miércoles, 11 de noviembre de 2009

My favourite mirror



En días como este me pregunto dónde está esa llama, esa vocación de borrasca que me hace ser yo. En días como este me pierdo. Días como laberintos. Días de humo.

¿Por qué será que nada me satisface si no es fuego?
En días como este debería escribir. Y no me sale.

6:58

Cuántas alarmas sonando en la cabeza.
No uso reloj. Me da alergia.

Are you sure where my spark is?

Tal vez el problema sea buscar en los lugares equivocados. Todo lugar es equivocado si no está adentro.

Here, here, here...

Siempre persiguiendo una imagen que no existe. Porque nos movemos, constantemente nos movemos. No hay acá, no hay ahora. Hoy no existe. O eso me gustaría pensar en días como este.

Debajo de la máscara otra máscara y así hasta la eternidad. El espejo está vacío pero tengo un lápiz de pintar estrellas. Nadie necesita más.
Pero hay otros días. Días en los que soy solo una letra y esa letra, universos, presos en la niebla implacable de la memoria, en baúles olvidados, en desvanes ajenos. En la jaula de tus huesos.
Días en los que soy otro y es cuando soy más yo: nada más verdadero que el deseo.
Días de héroe de leyendas, desolado por la maldición del tedio hasta ser rescatado por tus labios de delirio.
A veces hay alas creciendo en mis omóplatos, sobre el rastro exacto de tus uñas. Dragón emplumado desafiando vientos y noches, borracho de sombras que saben ser luz. Otras veces me siento en el cordón de una vereda demasiado conocida, con un jirón de plumas muertas deshilachándose entre mis dedos. La insolencia de ya nunca estar intacto.
Puedo también ser mapa de territorios inventados o miedo en un bosque en blanco y negro. Sigo buscando mi sombra, que encarcelaste bajo tu almohada en una ciudad lejana, casi fantástica, al otro lado del tablero.
A veces la ciudad me atrae, con sus calles plagadas de alas de pájaros que su rey cruel disfruta arrancando. La ciudad con su rey niño de pesadas capas y sus jardines de flores sin pétalos. Y sus canales de tinta negra. La ciudad no tiene puertas nunca.
Otros días invento mundos de arquitectura obsesiva y fragilidad de arena, en los que todas las ventanas miran a tus ojos de un verde imposible.
A veces soy sueños –aunque no solo míos-, oneironauta con cadenas de vigilia, y me sumerjo en esas turbias tierras de ocaso.
Hay días en los que me agazapo en canciones impensadas –pero siempre de otro, nunca supe escribir canciones, ni siquiera a vos que sos música pura. Y sonrío desde otros labios y miras otras caras con gestos tan míos.
Mujer. Hombre. Sombra. A veces furia, siempre latido.
Sigo sin encontrar las palabras. Fantasma desaforado pisándose la sábana. Pero llego a tu puerta y crees que soy sol.                                                                                                                                                         

2 comentarios:

  1. La palabra hermosa es palabrería cuando procede de un corazón desnaturalizado.

    ResponderEliminar
  2. Me encantó lo de corazón desnaturalizado. Gracias por venir ;)

    ResponderEliminar